divendres, 29 de juny del 2012

"Democracia Económica"



He leído con ardido afán Democracia Económica, obra coordinada por Luca Gervasoni i Vila y por Antoni Comín Oliveres, en Icaria, y, aunque lo primero de lo que soy consciente es de lo casi inabarcable de su posible crítica, sí quiero decir unas pocas palabras al respecto.

En primer lugar, admito que de las múltiples propuestas conocidas por mi hasta hoy que tienen como objeto presentar una alternativa al capitalismo, tanto como sistema económico como político, la de D.E. es, con creces, la más seria y contundente. Sin embargo, creo que viven dos naturalezas dentro de D.E. y que conviene distinguirlas, dado que sólo la primera de las dos, además de ser seria y contundente, tiene mi plena aprobación.

A. Las partes “I” i “II”, respectivamente, “capitalismo y justicia” y “la democracia económica” me parecen de un rigor y una madurez inusual en el ámbito de las ciencias políticas y también de la filosofía de la política y de la sociedad. La lógica que subyace en el razonamiento de fondo es bastante incontrovertible. A su vez, es notable el esfuerzo para explicar los precedentes bibliográficos, v.gr. Rawls, para luego reconvertirlos a conveniencia de unas ideas nuevas y de obligada atenta consideración. Es un sistema el que presentáis en estas páginas –con gran éxito por ser escrito sin divergencias notables a pesar de ser varios los autores (entre los que, considero, Antoni Comín se lleva la palma)- y, por tanto, muestro mi total adhesión en este debate y flujo de ideas y de relaciones entre ideas y, con entusiasmo, a las pocas pero interesantísimas conclusiones.

Salvado mi adhesión, creo que las inferencias finales –sobre el control por el Estado de la inversión, por un lado, y el control de los trabajadores de los medios de producción- es cierto que llevan a configurar aquel nuevo sistema hasta ahora no practicado que llamáis “socialismo liberal”, que ni es liberalismo ni socialismo soviético. Lo cierto es que, a fin de cuentas, este sistema, hoy por hoy, seguiría siendo conceptualmente clasificado como comunismo, sobre todo por el segundo aspecto, porque el primero ya es una realidad parcial que diariamente, incluso en estos tiempos, vemos. Hay que estar atentos al debate nominalista, porque no está exento de importancia.   

Con todo, dos críticas: si bien se reconoce a lo largo de la articulación habláis de una política que tiene vínculos esenciales con derecho y economía, casi nunca se habla, de forma directa, (a) del derecho del capitalismo, que es, por decirlo en una palabra, el derecho del aseguramiento de las propiedades -inmuebles pero también de bienes muebles, de concesiones administrativas, de buques, etc.- y del crédito, ni (b) de la esencia de la economía capitalista que es, sin ser reduccionistas, el crédito o, mejor dicho, inmensas cantidades de crédito que diariamente, para que funcione la maquinaria, han de abonarse desde muy numerosas fuentes de procedencia.

B. El resto de la obra, sin desmerecerla, es de temática más contingente, dialéctica, específica. Es normal e incluso, no podría ser de ninguna otra manera, que el rigor disminuya, puesto que si se quiere hablar de los nuevos cinco pilares –cooperativismo, sindicalismo, banca ética, etc.- que se integran y perviven dentro del capitalismo, pero a su vez tienden a superarlo, hay que resumir. El resumen es casi siempre enemigo de la perfección. Además, en vuestro caso, es veis obligados a introducir sumariamente los factores que, para muchos aún hoy, son demasiado desconocidos.

Así como por un lado reconozco estas dificultades inherente a la materia, por otro, evalúo el resto de la obra de manera desigual. Hay momentos de gran elocuencia –tus breves y pocos artículos, sin duda, la tienen- pero otros que sin altamente susceptibles de invectiva –de manera flagrante el capítulo de David Casassas, que es cual un populismo sin sangre (al menos, del populismo, se esperaría que tuviese sangre)-. No entraré en detalles porque sería interminable, pero quiero remarcar, eso sí, lo que ya antes he dicho sobre (a) el derecho del aseguramiento del crédito y (b) el crédito como núcleo duro del funcionamiento del capitalismo.

Ya sé que esta obra tiene expectativas de venta en América Latina y, por ello, no citáis fuentes legales ni especificidades económicas ni tan siquiera sólo circunscritas a la Unión Europea y, por tanto, menos aún España. A mi parecer, esto es una abstracción que resta credibilidad. 

Con esto quiero decir que hoy en la UE y en España, como bien sabes, hay una Ley del Mercado de Valores (más o menos idéntica, por cierto, en todos los otros países de la Unión y, además, muy parecida en todos los otros Estados del mundo), hay una Ley de Cooperativas (que se ha ido implementado en sucesivas reformas), hay una Ley de Publicidad (casi idéntica en toda la UE, porque es materia de competencia desleal), etc. Y esto creo que, si se hubiese citado, habría servido para explicar qué es lo que ya se ha avanzado hasta hoy: signo de hasta donde hemos llegado, aunque no definitivo, sí muy persuasivo, es el progreso en la dimensión legal de las cosas.

Sobre el crédito: por decirlo de la manera más breve posible: se dice continuamente –lo cual creo, porque queda demostrado en la parte “A” arriba indicada del libro- que existe al menos una alternativa al capitalismo que conserva sus potencialidades y efectividades. Pero tú sabes que el capitalismo es tan potente sólo desde que existe el crédito en tanto que obligación asegurada transnacionalmente, en tanto que inmensas cantidades de dinero (nunca a nivel local para hacer algo grande) y que, por tanto, tienen siempre fuentes de procedencia múltiples e internacionales. Esto, con la Banca Ética, no se conservaría y, por no tratarlo en la obra de manera directa, creo que sois conscientes de ello. Habría crédito, pero esto no garantiza la potencia y efectividad, que radica, no tanto en el crédito, sino más bien en su inmensidad.

Ésta es mi opinión, tan sólo. Quizá pueda servir para algo, aunque la he escrito más bien para aclararme ya ulteriormente los paradigmas leídos. En todo caso, ahora sí que puedo decir de manera más concienzuda que felicidades, a mi hermano Luca, por la publicación que ha coordinado, porque es, a día de hoy, una de las gestas más importantes logradas por un Gervasoni. 

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